“The woman suffered a double dictatorship, that of Franco and at home” – Bundlezy

“The woman suffered a double dictatorship, that of Franco and at home”

Magda Oranich (Barcelona, 1945), fue una luchadora antifranquista. Como abogada penalista defendió a Salvador Puig Antich y a Juan Paredes Manot, ‘Txiki’, condenados a muerte y ejecutados por el régimen. Formó parte de la clandestina Assemblea de Catalunya y fue una de las impulsoras de las primeras Jornades Catalanes de la dona que se celebraron en mayo de 1976. Pasó por la cárcel: tres meses por su “destacada personalidad agitadora y su manifiesta peligrosidad para el Orden Público” según se lee en una nota de la jefatura superior de policía de Barcelona que aún conserva en su despacho en el centro de Barcelona, donde recibe a EL PERIÓDICO, recién llegada de la Ciutat de la Justícia.  

Usted estudió Derecho y Periodismo y ejerció de abogada en un momento en que la mujer estaba llamada a quedarse en casa. ¿Con qué dificultades llega hasta ahí?

En aquel momento, había muchas dificultades para la mujer en todos los sentidos. Creo que las mujeres de hoy en día ya liberadas no se pueden imaginar lo que era aquello. Pero en honor a la verdad he de decir que yo para ir a la universidad no tuve ningún problema. Te matriculabas y punto. Éramos menos mujeres en las universidades. Y en Derecho no éramos tan pocas, quizá un 20-25% , que hoy día sería insólito, pero en las carreras técnicas sí eran poquísimas. Una compañera mía, que además fue compañera de prisión, Laura Tremosa, que era ingeniera, no era ingeniera, era ‘la ingeniera’.  

¿Y cuándo empezó a ejercer de abogada, cuantas mujeres había?

Cuando me colegié como abogada al acabar la carrera en 1968, éramos un 1,5% de abogadas en ejercicio. Yo estaba acostumbrada a ir a los juzgados y a que te preguntaran ‘¿y usted de parte de qué abogado viene señorita?’ Y yo decía: ‘no, no, soy yo la abogada’.  Y en la cola de abogados, al ser la única chica, pues decían ‘ella primero’, un proteccionismo que claro ,en el fondo, era discriminación. Fui muchísimo al Tribunal de Orden Público, que era un tribunal de represión política, a pedir alguna libertad. Algún juez era tan facha que te atendía mal, pero los otros eran muy amables. Cuando yo terminé la carrera no había por otra parte ni juezas ni fiscalas, ni oficialas de juzgado, ni secretarias de juzgado. Sí había auxiliares. Recuerdo la primera vez que llegó una mujer a jueza de familia y uno me dijo ‘Ahora lo ganarás todo, que ha venido esta mujer’ y yo le dije: ‘¿Me estás diciendo que durante siglos habéis ganado siempre vosotros porque eran hombres los jueces?’ Y se calló claro. 

Pero además de no era una abogada cualquiera, defendió a presos políticos, era feminista y progresista. Lo tenía todo en contra..

Yo al terminar la carera empecé por casualidad a defender presos políticos. De hecho el primer cliente que tuve fue el hijo de uno de sus amigos de mis padres. Pero me especialicé bastante. Y quedé fichada, claro. No es que te fueran a detener ni te pasara nada, pero quedabas fichada. Y éramos un grupo que siempre éramos los mismos. Y yo estaba fichadísisma, claro. No se atrevía a todo el mundo, esto es verdad.  

¿Cuándo despertó la Magda Oranich feminista?

-Yo venía de una familia normal pero al entrar en la facultad de Derecho y empecé a ver las leyes que había, con tantas prohibiciones a la mujer me juré y me perjuré a mí misma que yo lucharía para acabar con aquello que yo en mi vida diaria no había detectado. Si todo iba bien, en la familia no pasaba nada, pero si iba mal, esas leyes daban el poder al hombre desde todas las perspectivas. Es que algunas mujeres no podían hacer nada… no tenían ningún derecho sobre los hijos, no podían abrir una cuenta corriente, no podían vender un coche, la bici, no podían hacer nada sin permiso del marido. Y para condenar a alguien por malos tratos tenía que ser muy, muy, muy gordo. Las leyes eran un horror. Las mujeres catalanas estuvieron un poco mejor porque el franquismo no entró en las leyes privadas que básicamente son las leyes de familia y las leyes de sucesiones, que no se tocaron. Franco nos quitó todas las leyes del Parlament de la República, muy progresistas para la mujer, pero no las anteriores, que se respetaron. O sea que la mujer desde el punto de vista del código civil en Catalunya, no sufrió tanto. Otra cosa eran las generales según las cuales las mujeres necesitaban el permiso del marido para trabajar, para cobrar el sueldo, esas también estaban en Catalunya.

¿Y cuando se empezó a llamar feminista Magda Oranich?

Básicamente a partir del 75 y 76, que es cuando en el 75 se celebraron la conferencia internacional de la mujer en México y las primeras jornadas por la liberación de la mujer en Madrid que no fueron como las nuestras. Allí fueron 500 mujeres y aquí en les Jornades Catalanes de la dona más de 4000.  Venían de todas partes. Aquello fue para mí un antes y un después. Yo hice la ponencia jurídica y  todo lo que yo pedía allí estaba conseguido a los pocos años. Con la transición fueron cambiándose las leyes poco a poco porque si miramos cómo estaba en las leyes en el 75 y miramos cómo estaban en el 85, las de la mujer habían cambiado completamente. La gran modificación fue la muerte del dictador. Y a partir de aquí, todo cambió. En el 78, se aprobó una Constitución democrática. Pero yo siempre digo que cuesta más cambiar mentalidades que cambiar leyes.

Habla usted de les Jornada de les Dones. ¿Cómo empieza esa lucha que lleva hasta ahí, desde la intelectualidad o desde la calle?

Un poco de todo. Recuerdo que una de las mujeres que gritó allí dijo: ‘Ahora es la hora de comer pero hoy será el primer día en mi vida que no iré a casa a hacerla comida’. Para ella, eso era una reivindicación. Algunas, las universitarias, estábamos en otro estadio pero eso me hizo pensar mucho porque muchas reivindicaban cosas eran cosas que otras ya habíamos superado. Fue importante.

Magda Oranich in her office / ELISENDA PONS

Ahora que se habla tanto de la memoria democrática, ¿cree que las mujeres son las grandes olvidadas de la memoria democrática?

Sí. Totalmente. Yo creo que sí. Cuando se habla de la memoria democrática, pues están también las mujeres. Pero no se destaca su papel y las mujeres soportaron unas situaciones terribles en las cárceles franquistas y no es que estuvieran allí de más a más, hacían de todo. Ya luego en democracia, las mujeres han hecho muchísimo. Aquí en Catalunya han transmitido la lengua, han estado en las cárceles, han sufrido el machismo, y muchas a pesar de todo, allí estaban.  Yo he visto muchas cosas en las cárceles, como abogada, y también estuve presa. En la Trinitat no teníamos funcionarias. Teníamos las cruzadas evangélicas que las llamábamos siempre de Cristo rey. Lo que han tenido que luchar las mujeres…Aquí tuvo que luchar todo el mundo tener una democracia. Pero las mujeres hemos tenido que luchar por cosas que los hombres no han tenido que luchar porque Franco no les quitó algunos derechos. Yo siempre digo que era una dictadura fuera. Pero Franco, permitía una pequeña dictadura dentro de casa porque el marido era el que decidía sobre los niños el que mandaba en casa, el que si no quería, la mujer no trabajaba, el que administraba la economía. Las mujeres de mi generación luchamos por el derecho a los derechos, por conseguir la igualdad en derechos. Ahora hay que luchar por la igualdad real.  

¿Le preocupa el machismo que aflora entre los más jóvenes?

– Sí, me preocupa mucho. Luego cuando vas en instituto, si hablas con ellos, la verdad es que no es tanto. Me preocupa el machismo de los jóvenes y me preocupa de los propios hombres porque yo siempre digo que en todo lo que fue el movimiento feminista de esos años, de los años 70 y de los 80,  los hombres colaboraban y los hombres que tenían hijas más. Mi padre era más feminista que mi madre. El derecho al voto se votó en parlamentos que en general solo habían hombres y el derecho al voto de las catalanas y las españolas se votó el Parlamento español que solo habían dos diputadas. Yo considero que el feminismo no es una lucha contra el hombre. Es una lucha por conseguir los derechos y la igualdad, pero no una lucha contra los hombres. A veces incluso hay grupos hoy en día que dicen ‘hombres no’. Yo no lo he entendido nunca. Si los excluimos les decimos que en temas da la mujer ya nos ocupamos nosotras, se lo ponemos muy fácil. Pues no..

¿Saben los jóvenes hoy lo que es una dictadura?

No. El otro día en un instituto me preguntaban sobre qué diferencia habría si esto fuera una dictadura y les tuve que decir: primero ya no estaríais juntos aquí chicos y chicas. Segundo, mirando al que preguntaba le dije  ‘irías vestido con camisa y corbata y vosotras las chicas, con la faldita puesta por debajo de la rodilla’. He hablado mucho estos días, coincidiendo con tema de los fusilados, que fue un tema durísimo, y no me canso de repetir que una dictadura es una dictadura y una democracia una democracia, con todos sus defectos. Y que en la dictadura la gente va a la cárcel y había torturas. A mi fue eso lo que me llevó a meterme en política, no solo el tema de la mujer, sino la defensa de los derechos humanos. Cuando empecé en la cárcel vi la tortura de cerca y la gente de la calle no sabía lo que pasaba ahí dentro.Yo salía de las cárceles hecha polvo de lo que yo veía y la gente en la calle seguía toda la vida normal. ¡No lo sabían!. Ejercer la profesión así, tan cerca de las personas me radicalizó mucho, sobre todo en defensa de derechos humanos.

Explique a estos jóvenes por qué fue estuvo presa.

Fui a la cárcel porque estaba en la Assemblea de Catalunya, que era un organismo de la oposición democrática lo más parecido a un Parlamento clandestino, donde no estaban los partidos políticos solos, sino que iban a asociaciones vecinales, grupos profesionales. El día que nos detuvieron estábamos reunidos en una iglesia y pedíamos democracia y libertad. En la multa que me pusieron me consideraban una “manifiesta” peligrosidad para el orden público. Estuve tres meses en la cárcel. Salí unos días antes porque murió mi padre, de un infarto con 57 años y me dejaron salir para el entierro. Ese es el peor recuerdo que tengo de la detención en la cárcel. De lo otro no tengo una mal recuerdo especial. Yo conocía mucho las cárceles, porque iba como abogada y aunque no es lo mismo, a otra gente le impresionaba más que a mí.

Como abogada, defendió a Puig Antich y a ‘Txiki’, ejecutados por el franquismo.

Asistí a la ejecución de Txiki. Ese fue el peor momento de todos etos años. Estuvimos 12 horas de capilla con él, esperando la reunión del consejo de ministros a ver si llegaba el indulto. Fueron las 12 peores horas de mi vida. Todavía hoy a veces sueño que lo he soñado.

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