Por uno de esos extraños caprichos del fútbol, el Celta logró su primera victoria del curso en uno de los partidos que peor jugó. Durante demasiados minutos, hubo que hacer todo un ejercicio de imaginación para reconocer al equipo que ayer vestía de celeste sobre el césped de El Sadar. Un equipo plomizo, apocado con la pelota y endeble sin ella, cuyo único plan fue lanzar balones en largo hacia Borja Iglesias por si acaso sonaba la flauta. Se equivocó Giráldez con la alineación, que no funcionó, y tardó demasiado tiempo en realizar los cambios en busca de una reacción que llegó después de que Budimir fallase milagrosamente un penalti que podía haber dejado el partido visto para sentencia.
Lo mantuvo en la pelea la fe y el acierto del Jutglà, que abrió el marcador con una genialidad e hizo luego el empate a dos en otra acción de canela pura, la fiabilidad de Radu y la entrada de gente de refresco que dio precisión y vuelo al juego, con pase magistral de Aspas e inapelable definición de Pablo Durán para hacer el tercero y sumar 3 puntos que parecían impensables.
Esta primera tardía victoria saca al Celta de las catacumbas y le permite engancharse a un vagón más tranquilo de la tabla en LaLiga, bien situado en Europa y en vísperas del debut esta misma semana en la Copa de Rey.
aidoo por sorpresa. Sorprendió (y mucho) Giráldez con la alineación de Joseph Aidoo, que hacía más de un año que no jugaba en Liga con el Celta (un minuto contra el Valladolid) y casi después de 11 meses de su última participación como celeste en la Copa del Rey. Aidoo completó la línea de centrales con desastroso Manu Fernández, al que le vino muy grande el partido, y un Marcos Alonso apenas reconocible. La ausencia de Starfelt
complicaba la defensa de la pelota parada, especialidad de Osasuna, que campó a sus anchas y castigó el área de Radu con peligrosos centros. Pese a que se le sancionó al final con un dudoso penalti, el que falló Budimir, fue Aidoo el más fiable de los centrales célticos y la punta de lanza de una defensa con mucha gente con déficit de ritmo competitivo, en la que desentonó Ristic y tampoco brilló Carreira.
doble estreno de ferrán. Sumaba el delantero catalán un puñado de buenas actuaciones y ningún gol en tras siete partidos de Liga y dos en Europa. La sequía terminó de forma espectacular con un primer gol de escándalo, aprovechando, con una definición perfecta, elevando la pelota sobre Herrera, una carrera al límite para aprovechar un pase en largo de Borja Iglesias tras un rebote afortunado cerca de la divisoria del campo. No menos lustre tuvo el segundo, ya con Osasuna por delante del marcador –doblete de Budimir tras un innecesario penalti de Manu y remate mordido del croata en el primer palo a la salida de un córner–, caracoleando en la media luna para deshacerse de tres defensas rojillos antes de alojar el balón en las mallas con un certero disparo. Necesitaba Jutglà abrir la lata y sus dos goles son probablemente la mejor noticia del discreto encuentro firmado anoche por el Celta.
dificultades en la presión. Una vez más este curso y van ya demasiadas, el Celta tuvo muchas dificultades para ajustar la presión en campo contrario. En realidad, el conjunto de Giráldez apenas apretó en la salida de pelota del adversario, que jugó con mucha comodidad, sometiendo por completo a los celestes, que ocuparon mal el campo, perdieron casi todos los duelos y llegaron tarde al balón. Hasta que Giráldez decidió mover ficha bien entrado el partido, no hubo manera de dar un par de pases seguidos, ni jugador que diese algo de aseo a la salida de pelota o se atreviese a romper líneas con una conducción de balón.
cambios providenciales. Giráldez tardó en interpretar lo que requería el partido, pero acertó con los cambios, que mudaron la faz al Celta. Primero con la triple entrada de Mingueza, Sotelo y Jones, que dieron velocidad a la pelota y profundidad al juego, luego con el ingreso de Durán, autor del gol decisivo, y finalmente con Iago Aspas para dar el toque de distinción al triunfo. El envío con giro hacia la carrera del tomiñés, desarbolando a la defensa rojilla, es el perfecto ejemplo de por qué el mago moañés sigue siendo con un futbolista diferencial con 38 años cumplidos.
radu, de nuevo brillante. No firmó tal vez su mejor encuentro el portero céltico, pero tuvo mucho trabajo y mal que bien lo fue sacando adelante. Antes del penalti fallado por Budimir, el rumano evitó el tercer gol local con un paradón a un disparo a bocajarro de Raúl García de Haro que pudo haber cambiado el signo del choque.
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