El pasado fin de semana, los portavoces del Partido Popular (PP) que tuvieron actos públicos anunciaron una “semana horribilis” para Pedro Sánchez. Así se manifestaron, entre otros, el vicesecretario de Política Autonómica y Municipal del partido, Elías Bendodo, quien aludió sobre todo a la comparecencia del presidente del Gobierno el próximo jueves en la comisión de investigación en el Senado sobre corrupción impulsada por los populares, la primera en la historia de un jefe del Ejecutivo, con la única excepción de la que protagonizó José Luis Rodríguez Zapatero en la comisión parlamentaria sobre el atentado del 11-M en el año 2004.
Los conservadores obvian en esa previsión que no es la semana más fácil, precisamente, para el PP, ante el primer aniversario de la dana en Valencia que pone de nuevo en entredicho al presidente popular de la Generalitat, Carlos Mazón, con el funeral de Estado de este miércoles en la capital del Turia y la creciente indignación de las víctimas de la riada, muchas de las cuales le han pedido al presidente autonómico que no haga acto de presencia.
Al vaticinio de los populares (parcial pero certero, pues en Moncloa son bien conscientes de los riesgos que entraña una comparecencia como la de la Cámara Alta, en la que a diferencia de lo que es habitual el formato parlamentario no favorece al presidente del Gobierno, que tendrá que ceñirse a un tiempo, a unas determinadas preguntas y a una presidencia ajena a su partido) se sumó finalmente este lunes la ruptura con el PSOE anunciada por Carles Puigdemont desde Perpinyà, en el octavo aniversario de la declaración unilateral de independencia realizada en el Parlament antes de la huida del entonces presidente catalán. Ya en la entrevista publicada el mismo lunes por EL PERIÓDICO con Alberto Núñez Feijóo, el líder de la oposición dejó claro que “Junts deberá hacer lo que considere”, al tiempo que reiteró que “esta legislatura nunca debió haber empezado: es caótica y España está bloqueada”.
Una posible moción instrumental
Preguntado el pasado viernes en la redacción de ‘La Nueva España’, antes de asistir en Oviedo a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, Feijóo no descartó la idea de una moción de censura instrumental con la que se viene especulando, destinada a la convocatoria inmediata de elecciones. Una especie que ya recorrió los mentideros de Madrid en el año 2018, promulgada entonces por Ciudadanos, hoy una formación extraparlamentaria. Y que se recuperó en los últimos días. Tras el movimiento de Puigdemont -no exento como siempre de críticas al PP, entre otras cosas por haber sido el partido clave para arrebatarle a Junts la Alcaldía de Barcelona, hoy en manos del socialista Jaume Collboni, pese a haber sido el exalcalde convergente Xavier Trías el candidato más votado- Feijóo tendría algo más expedita esa vía, aunque la entente por activa o pasiva entre el PP, Junts y Vox siga sonando a quimera política, por el singular antagonismo de estas dos últimas formaciones.
En cualquier caso, y sin adelantar escenarios, en Génova han visto confirmada su estrategia, agudizada desde la vuelta del verano, de no soliviantar a Junts más de lo necesario. O incluso de lanzarle algún guiño cómplice. Fue en septiembre cuando en una entrevista en EL PERIÓDICO el número dos del PP, Miguel Tellado, señaló para pasmo de propios y extraños (incluido Santiago Abascal, que le criticó duramente) que “nos entendemos con Junts, que es un partido de centroderecha”. Un frase que el secretario general aliñó con un fuerte ataque por contra al PNV, al que equiparó incluso con Bildu. Tellado, hombre fuerte del PP desde el congreso del partido en el mes de julio, en el que Cuca Gamarra abandonó la secretaría general, no habla por boca de ganso, y menos en lo que se refiere a asuntos de envergadura. Su simbiosis con Feijóo es total, desde los tiempos en que ejerció el mismo cargo que ocupa ahora, pero en el PP de Galicia.
Desde hace tiempo, la cúpula de Génova viene manifestando en privado a quien quiera escucharle que los de Puigdemont no pueden permitirse sostener a Sánchez hasta 2027 (aunque el presidente ha dado sobradas muestras, incluidas las de viva voz, de pretender llevar a término la legislatura con o sin Presupuestos) ante los casos de corrupción que salpican al presidente, incluidas las investigaciones a su esposa Begoña Gómez y a su hermano David. Pero también otras razones, entre ellas que cuanto más tarden en celebrarse las próximas elecciones generales más tiempo le puede dar a Aliança Catalana, la extrema derecha independentista de Sílvia Orriols, de cambiar de opinión y, contra lo manifestado hasta ahora, concurrir a las elecciones generales. Una eventualidad que causaría enormes problemas a Junts en las cuatro provincias catalanas, allí donde el 23 de julio de 2023 obtuvieron los siete diputados con los que, hasta este lunes en Perpinyà, han logrado marcar el ritmo de la legislatura.
Por lo demás, el adelanto electoral en Extremadura para el próximo 21 de diciembre, anunciado el mismo lunes por la presidenta popular de esa autonomía, María Guardiola, refuerza la idea de un ciclo electoral adelantado o, si se prefiere, de un fin de ciclo en el Gobierno central, dada además la precaria situación a la que el PSOE concurrirá en esa región, con un líder autonómico, Miguel Ángel Gallardo, procesado en la misma causa que el hermano de Sánchez. Gallardo, no en vano, era presidente de la Diputación de Badajoz cuando esta institución concedió a David Sánchez Pérez-Castejón su polémica plaza. Feijóo, en definitiva, ve más cerca el momento de volver a asaltar el poder, tras el enorme fiasco que supuso para el expresidente de la Xunta de Galicia la amarga victoria en las generales del 2023, que no le permitieron ser investido.
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