Cinco meses después del atropello múltiple en las inmediaciones del RCDE Stadium, que dejó una veintena de heridos —uno de ellos en estado crítico, aunque ya recuperado pese a las secuelas—, la calle principal de Cornellà de Llobregat donde se congrega buena parte de la afición perica sigue en el centro de la polémica. Las peñas del club blanquiazul llevaban más de cuatro años advirtiendo al Espanyol, en varias comunicaciones, de la necesidad de cerrar al tráfico la avenida del Baix Llobregat y de retirar objetos potencialmente peligrosos en momentos de gran afluencia de público. Sin embargo, el Ayuntamiento de Cornellà ha descartado el corte de tráfico y ha decidido una acción muy distinta: obligar al cierre de los bares de la avenida dos horas antes del inicio de los partidos.
Esta medida, que empezará el próximo 8 de noviembre con motivo del Espanyol-Villarreal y que se prevé que continúe en todos los encuentros de la temporada, está motivada por un “cúmulo de coincidencias” que el consistorio señala que han alterado la convivencia en la zona. “Entendemos que el fútbol no es beber cerveza, sino disfrutar del deporte con responsabilidad, sin generar problemas. El fútbol al final es pasión, no embriaguez“, explica a este diario Emília Briones, tenienta de Alcaldía de Presidencia y Seguridad en Cornellà. “Seguiremos permitiendo la actividad de todos estos bares exceptuando esas dos horas antes del partido para así evitar acumulaciones en el espacio público”, recalca.
La decisión ha desembocado en un profundo malestar entre los locales afectados, muchos de los cuales llevan años instalados en la avenida, algunos incluso antes de la construcción del estadio. “En esos dos días gano el 50% de los ingresos mensuales. Si no fuera por el estadio, jamás habría montado aquí mi negocio”, explica a este diario uno de los propietarios. “Si me cierran los días de partido, estoy muerto”, añade otro hostelero, que lamenta el tono de las advertencias municipales: “Aún no tenemos una notificación oficial, pero ya nos han dicho que si abrimos nos llenarán de multas y nos clausurarán el local“.
Actas por sobreaforo
Según ha podido confirmar este diario, desde hace más de un mes la Guardia Urbana de Cornellà ha ido levantando actas por sobreaforo en al menos cuatro locales situados frente al estadio. Los negocios consideran que se trata de sanciones “injustas”, ya que el exceso de público no se produce dentro de los establecimientos. “En mi bar no tengo terraza: los clientes entran, piden y se marchan. No es mi responsabilidad si fuera hay 500 personas a 100 metros del estadio. Yo no puedo controlar eso”, explica uno de ellos.
Los hosteleros aseguran que tanto el consistorio como la Guardia Urbana justifican la medida por la masiva afluencia en los alrededores del estadio y sostienen que un accidente como el atropello previo al derbi ante el Barça “se podría haber evitado con menos gente”. “Creemos que todas las actas que nos han ido poniendo eran la excusa para justificar esta decisión tan drástica. En lugar de cerrar la vía principal, como se hace en la mayoría de estadios de la liga española, el Ayuntamiento prefiere culparnos a nosotros. Es indignante. En vez de asumir los errores del dispositivo del día del atropello, nos señalan como si tuviéramos algún tipo de responsabilidad”, lamentan.
De hecho, los bares situados junto a la estación de Ferrocarrils de la Generalitat de Cornellà-Riera, a apenas tres o cuatro minutos del estadio, no han recibido actas ni órdenes de cierre, pese a que también se congregan allí centenares de aficionados pericos antes de los partidos. Esta diferencia, según los comercios afectados, consideran que refuerza la teoría de que las sanciones “son una excusa”. “Si el motivo real fuera el sobreaforo, todos esos bares también habrían sido sancionados, pero solo lo hemos sido quienes estamos en la calle donde ocurrió el atropello”, denuncian. Por su lado, el consistorio asegura que monitorea todos los negocios de la zona y que, una vez entre en vigor esta medida, evaluarán la situación caso por caso.
Convivencia
Los bares reconocen que los encuentros generan ruido y movimiento, pero recuerdan que siempre han colaborado para minimizar molestias. “Abrimos en la previa, pero durante el partido y después cerramos para evitar incidentes”, señalan. “Intentamos molestar lo menos posible, pero el Ayuntamiento y los vecinos también deberían tener empatía: hablamos de dos encuentros al mes, unas seis horas en total. El pan de nuestras familias está en juego”.
Como alternativa al cierre, la administración local ha ofrecido a los hosteleros instalar una carpa en una explanada cercana al centro comercial Splau, pero los propietarios han rechazado la propuesta de plano. Uno recuerda que hace tres años ya probó una fórmula similar “y no fue rentable: los horarios cambian cada jornada, y en una carpa solo puedes vender refrescos, cerveza y algún bocadillo. No hay lavabo, la gente se trae su bebida y, aunque se vea lleno, no se consume”.
Por eso, los dueños de los bares defienden que la solución real pasa por el cierre total de la avenida los días de partido, una medida que llevan tiempo reclamando y que se adopta en la mayoría de estadios de la liga española. “Nos culpan de que la calle se llene de gente, pero seguirá ocurriendo estemos o no nosotros. Las 30.000 personas que van al estadio no dejarán de venir porque cierren los bares”, resume uno de ellos.
Sin embargo, el corte del tramo afectado sigue siendo una opción innegociable para el consistorio porque hay autobuses que circulan por la avenida del Baix Llobregat y no contemplan en ningún caso la modificación del recorrido. De cara a próximos eventos multitudinarios, los hosteleros sienten preocupación sobre si van a poder subir sus persianas los días señalados, cuando pueden facturar más. Es una medida que a estas alturas el Ayuntamiento todavía no ha barajado.
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