El CD Castellón protagonizó este jueves una de las sorpresas negativas de la primera ronda de la Copa del Rey. Los albinegros cayeron derrotados en el feudo del Club Atlético Antoniano, de Segunda RFEF, tras un partido gris e incómodo que abundó en la carencia goleadora de las últimas semanas.
El único eliminado de los equipos de Primera División fue el Real Oviedo. En Segunda, además del Castellón, dijeron adiós el Córdoba, Las Palmas y el Real Valladolid. En el caso de los orelluts, Pablo Hernández alineó un once repleto de no habituales, con varios debutantes y jugadores que regresaban tras una lesión. Con el actual formato, la Copa se asemeja mucho a un regalo envenenado para los clubs de la categoría de plata.
Sin ir más lejos, el Castellón podrá ahora dosificar esfuerzos y planificar las próximas semanas de un modo distinto a la temporada pasada, cuando en los meses de noviembre y diciembre sufrió una serie de lesiones que condicionaron el rendimiento del equipo en la Liga y precipitaron acontecimientos de calado. Es poco más que un consuelo, y los albinegros querían pasar ayer de ronda, pero es una lectura que asoma en clave interna en Segunda División, donde sobrevuelan algunos datos que rebajan el drama: dos de los tres equipos que ascendieron el curso pasado (Levante y Oviedo, y también la revelación Mirandés) cayeron en primera ronda y los cuatro que descendieron llegaron a la tercera.
Reservando jugadores
Por ello, los equipos de Segunda tienen claro que lo sustancial pasa por la Liga. De hecho, el once orellut que saltará al césped el domingo en el SkyFi Castalia poco tendrá que ver con el que perdió ante el Antoniano en Lebrija. Ni el portero Matthys ni los defensas Mellot, Brignani, Salva Ruiz y Lucas Alcázar viajaron. Tampoco los hombres fundamentales en ataque (Cala, Cipenga y Jakobsen). Ninguno de los cuatro mediocentros (Barri, Ronaldo, Gere y Doué) tuvo minutos en Copa.
Parece obvio, observando las decisiones de Pablo, que la competición copera no era la prioridad de la temporada. Este curso, además, la Copa nació viciada para el Castellón desde el sorteo. La RFEF introdujo el factor de la proximidad geográfica y a los albinegros les tocó el rival más lejano. Se han comido 1.600 kilómetros de viaje que se unen al desplazamiento a Almería de la anterior jornada. La expedición volverá a la Plana en la tarde-noche del viernes, tras realizar un entrenamiento hoy en tierras sevillanas. El Málaga, el rival del domingo, tuvo más suerte: jugó anoche en la cercana Estepona.
Recuperar el gol
Después, nada de lo que podía aportar la Copa apareció contra el Antoniano. Ni los menos habituales derribaron la puerta ni llegaron los goles que rompieran la tendencia. El símbolo del infortunio fue Serpeta, titular y cambiado a los cinco minutos por un golpe en la cabeza, sin tiempo para demostrar nada. Más allá de la eliminación, en el Castellón preocupa la baja confianza cara a puerta. Son cuatro los partidos sin marcar que han marchitado el fulgurante inicio de la era Pablo, que encadenó de entrada tres victorias.
Casi sin margen para calibrar el impacto real de la derrota en la Copa, el domingo asoma una nueva oportunidad en el partido de Liga contra el Málaga (18.30 horas, SkyFi Castalia). El vestuario está “jodido”, como dijo Pablo Hernández, pero quiere pasar página. Uno de los capitanes, Óscar Gil, articuló en Lebrija un mensaje de unión. Parece que al Castellón le conviene el domingo una atmósfera más parecida a la cita del Sporting que a la del Ceuta, pero ya se sabe: la afición es soberana.
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