“Yo nací en el exilio y sigo en el exilio.” Así resume Eliane Ortega Bernabeu (Orán, 1954) una vida marcada por la herencia republicana y la diáspora española en el norte de África. Nació y creció en Argelia, entre familias republicanas que huyeron ante el avance de las tropas franquistas y embarcaron por Alicante para poner rumbo al continente africano. Su abuelo materno, Gerardo Bernabeu, salió de Alicante el 12 de marzo 1939 en el barco Ronwyn y al llegar a tierra argelina fue prisionero en los campos de concentración.
Educada en un entorno francés, llegó en los setenta a una España desconocida. “Tuve una crisis de identidad“, resume. En el país vecino era palpable el hartazgo por la llegada masiva de españoles. “El francés te hacía ver que tú no eras francesas, había una escalada social bien marcada”. Pero, a su vuelta, también fue un contraste el reencuentro con su familia en territorio español. “No tenían la misma mentalidad. Yo me había educado en un instituto francés y la mujer francesa era más libre”. Ahora, asegura, “me he construido mi propia identidad”. “Soy española de Argelia. Tengo mentalidad francesa y raíces españolas”.
Eliane Ortga among her parents, visiting her grandfather’s grave in the Tamazouhet cemetery (Algeria). / CEDIDA
La investigadora no fue plenamente consciente de cuáles fueron los motivos que cambiaron el rumbo de su historia hasta una edad ya avanzada: “Yo sabía que mis padres eran españoles porque hablaban castellano y valenciano”, recuerda. Pero poco más allá de eso: “No te cuentan nada“, resume. “Lo conocí de mayor, como muchos de los descendientes“.
En su caso, la historia familiar permaneció oculta hasta que hace veinte años, ya adulta, Eliane descubrió los diarios de su abuelo. “A partir de ahí empecé a trabajar y estudiar. Mis padres murieron sin saber lo que yo he hecho por recuperar nuestra historia”, resume, no sin cierto pesar.
“Las familias lo reciben con dolor y alivio”
Ese descubrimiento se convirtió en una misión personal: rescatar los nombres y las vidas de los miles de españoles exiliados en Argelia. “He identificado unos 6.000 prisioneros que estaban en campos de concentración y tengo expedientes de 4.000 de ellos. Cada uno es una historia”. Sin apoyo institucional, trabaja por libre, aunque colabora con la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. “Fernando Martínez ha sido el único que ha abierto la puerta al exilio africano.”
Hace pocos meses, junto a otros descendientes, fundó una asociación dedicada al estudio del exilio republicano en Argelia, ERAN –Exilio Republicano del Norte de África- y a través de ella ayuda a otros familiares que perdieron el rastro de sus antepasados en el exilio africano. “Lo reciben con dolor, llanto. Es alegría y alivio“, resume Ortega. Quienes le contactan, asegura, son “personas mayores” que empiezan a hacerse preguntas.
Recuerda con especial emoción la historia de una mujer que llamó para preguntar por un familiar. Su vida estaba en los archivos de Ortega. La sospecha de que había abandonado a su familia en España para forjar una nueva vida en Argelia persiguió a esa familia durante generaciones. Pero nada más lejos de la realidad: “Descubrieron que había muerto loco en un campo de concentración. Teníamos imágenes de él allí”, narra. “Para ellos fue un alivio”.
Pero, más allá de las pequeñas victorias que supone restaurar la vida de españoles olvidados, Ortega detalla las dificultades de su particular investigación, sin apenas financiación: “Lo más urgente es ir a los archivos franceses a sacar documentación”. La tarea es inmensa: localizar cementerios en ruinas y en ocasiones desaparecidos, rescatar listas de pasajeros de los barcos del exilio, recuperar la memoria enterrada bajo la arena. “Hay documentación que literalmente está sepultada allí”.
“La herencia del miedo”
Con su labor de archivo, Eliane reivindica el derecho a contar la historia desde el lado de los vencidos. “La historia la escriben los vencedores. Ya es hora de escribir la historia de los vencidos”. Apunta a la urgencia de restituir este legado histórico: “Es una carrera contra el tiempo, porque somos muy mayores y tenemos una inmensa amenaza fascista encima”, continúa.
Pero a su juicio, el miedo sembrado en la dictadura sigue presente en la sociedad. “En Francia o México lo tienen asumido y saben más. Franco deja una semilla de miedo. Hay un temor personal transmitido en las casas, como una pandemia. Pero no es social: se vive individualmente en cada hogar de España”, relata. “Los hijos ya han muerto en su mayoría, y ahora somos los nietos los que estamos reconstruyendo esa memoria. Los nietos que crecimos fuera de España no tenemos esa herencia del miedo“. Eliane ha aprendido a reconciliarse con su herencia y a recuperar la memoria, pero sin heredar el rencor. “El odio que mi padre tenía a los guardias civiles y a los curas, yo no lo tengo. No tengo por qué cargar con las vivencias de mis familiares”.
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