Raúl Fernández and those saving pizzas from Jerez – Bundlezy

Raúl Fernández and those saving pizzas from Jerez

En nada, pasado mañana, cumple 25 años y, desde luego, era imposible, eso, ni en sueños, podía pensar que el mejor regalo de su vida se lo iba a hacer él mismo. Bueno, bueno, él defiende que lo que acaba de conseguir, ser el 16º piloto español que consigue ganar un gran premio de la máxima categoría, de MotoGP, no lo ha hecho solo. “Solo es imposible hacer nada. Ni andar”, cuenta Raúl Fernández González (San Martín de la Vega, Madrid, 23 de octubre de 2000), reciente ganador del Gran Premio de Australia de MotoGP, en el precioso trazado de Phillip Island, ante 90.000 espectadores, a los mandos de una Aprilia ‘satélite’, no ‘pata negra’, del equipo estadounidense Trackhouse Racing Team.

Raúl no pidió nunca, nunca, una moto a los Reyes Magos. Jamás. Es más, sus primeras fotos son corriendo ya a los 11 años, nada de imágenes ‘a lo Marc Márquez’ con cuatro años, con casco, subido a una motito en su casa de Cervera (Lleida). Pero, eso sí, en cuanto se subió a una moto de verdad fue bueno, bueno, buenísimo. Un poco impaciente, tal vez, inseguro, o tímido, o inquieto, o inconformista. “Mira, Raúl, tienes que tener paciencia”, le decía su padre Juan Carlos ante la mirada de mamá Araceli. “Tu no puedes plantar tomates y pretender recogerlos al día siguiente. Todo lleva su tiempo”.

“Después del GP de Jerez, me fui a cenar unas pizzas con Noé Herrera, mi técnico de toda la vida, y Roger Morales, mi entrenador y les dije o le damos la vuelta a esto mañana, en el test, o habrá que buscar una solución”.

Raúl Fernández

— Piloto del equipo Trackhouse Aprilia

Y su tiempo llegó el domingo, junto al mar de Phillip Island, en serio, un paraje único, precioso. Eso sí, ¡ojito con las gaviotas! “Me levanté y pensé ‘hoy puede ser un gran día’”. ¡Y vaya si lo fue!, el mejor de su vida (de momento). “¿El título de MotoGP?, pero tú estás loco, acabo de ganar mi primer gran premio, que no creía, ni de la risa, que lo iba a poder ganar y ¿en serio, hay gente pensando que puedo ganar el Mundial?, no, no, por favor. Como dice mi padre, hay que plantar los tomates primero”.

Y es que aunque no sea del todo cierto (“no, no, no lo es”), hay quien dice que Raúl ha estado muy desesperado esta temporada e, incluso, se planteó abandonar, retirarse, dejar las motos, dedicarse a otra cosa. “Repito, eso no fue así”. Vale, no fue así, pero la crisis fue tremenda, sí, tan tremenda que requirió de un aquelarre en Jerez, tras el Gran Premio de España, donde acabó 15º, a más de 25 segundos, un mundo, del ganador Àlex Márquez.

Raúl Fernández (Aprilia), the great winner, on Sunday, in Phillip Island (Australia). / ALEJANDRO CERESUELA

“Estaba destrozado, tenía un lio en la cabeza tremendo, no me gustaba nada, nada”, explica Raúl. “Y, después de reunirnos con el equipo en el taller, cogí a Noé Herrera, mi técnico de los últimos cuatro años y a Roger Morales, mi entrenador y compañero de trabajo del gran David Gómez, otro que me ha ayudado mucho, y les dije ‘nos vamos a cenar una pizza a cualquier sitio’. Y mientras nos repartíamos tres pizzas les dije ‘si mañana, en el test, no le damos la vuelta a esto, tendré que buscar una solución’. No era feliz y se lo dije a los míos. No me salían las cosas como quería, ni siquiera podía levantarme cada mañana con una sonrisa y eso, para mí, es lo más importante de la vida, ganes o no. Todo el mundo me ayudó. Y, a partir de ahí, empezamos a crecer”.

Los tiene a todos en la cabeza. No se le olvida nadie. “Cuando atraviesas un momento malo, muy malo, de incertidumbre, este deporte es muy duro y las crisis requieren de la parte humana de la gente. Y ahí estuvo mi familia, mi equipo, Aprilia, por supuesto, Davide (Brivio, Director del Trackhouse Racing Team), cómo no, él ha puesto siempre la pausa, demostrándome que creía ciegamente en mí. De pronto, aparecía Adrián, mi maravilloso hermano. Y, sí, también la llegada y contribución de Fabián (Sterlaccjini, director técnico de Aprilia Racing) termino convirtiendo este proyecto en ganador”.

Ese volver a empezar fue fundamental, vital. Esas pizzas hablaron, aconsejaron, impulsaron a Raúl a creer en él tanto como creía su entorno, que jamás dejó de confiar en su potencial, El nuevo ganador de un GP grande usa un término parecido a los tomates de papá cuando habla de su recuperación. “Esto es como construir una casa. Primero hay que hacer los cimientos y, a continuación, vas tirando ‘parriba’. Y cuanto más rápido la quieras construir, más fácil será que se caiga. Así que decidimos hacerlo poco a poco, paso a paso, sabiendo que si lo hacíamos bien, como lo hemos hecho, llegarían los resultados. Hombre, no sé si la victoria, pero si los buenos resultados. Y no, nunca pensé que llegaría este momento y menos aquí, junto al mar, en este maravilloso circuito”.

Y es que, en efecto, aunque el domingo se levantó pensando que podía ser un gran día “jamás pensé que fuera tan grande, tan inmenso”. Por qué, pues porque en ningún momento pensó en la victoria. “Había hecho una ‘sprint’ el sábado fabulosa pero, precisamente esa ‘sprint’, me enseñó que Marco (Bezzecchi) tenía algo más que yo, bueno, que el resto y, segundo, maltraté mucho los neumáticos y el GP eran el doble de vueltas”.

“Yo estaba muy impaciente y recuerdo que un día mi padre me dijo ‘Raúl, cuando plantas tomates no puedes pretender recogerlos al día siguiente, todo necesita su tiempo’. Y, sí, tras aquella cena de Jerez, empezamos a construir la casa, poco a poco, empezando por los cimientos, como debe ser”.

Pese a todo hizo una salida prodigiosa. Sí, claro, ‘Bezz’ salió como un tiro y, sí, claro, tenía mejor ritmo que los demás. Pero, sí, claro Raúl no olvidaba que tenía que cumplir dos curvas lentas de penalización ¡dos! y ahí iba a surgir su oportunidad. “Antes de que Marco cumpliese la primera ‘long lap’, yo ya había pasado a Pedro (Acosta), que, por cierto, está haciendo un auténtico temporadón, aunque su KTM creo que es un poco inferior a nuestra Aprilia, y pensé que, bueno, el podio era más que posible”.

Raúl Fernández (Aprilia), on the podium at Phillip Island (Australia).

Raúl Fernández (Aprilia), on the podium at Phillip Island (Australia). / ALEJANDRO CERESUELA

Pero cuando se vio delante, cuando comprobó que clavaba las vueltas y, sobre todo, cuando adquirió tres segundos de ventaja, entonces sí empezó a soñar con la victoria. “Pero, claro, es cuando empiezas a darle vueltas a la cabeza. Veía que ‘Bezz’ no llegaba pero, en las pantallas del trazado australiano, veía que ‘Diggan’ (Fabio Di Giannantonio) llegaba como una bala, pero no me puse nervioso, seguí clavando mis tiempos y, sobre todo, solo pensaba en hacer perfectas mis curvas favoritas y sobrevivir en el resto. Pero, sí, ahora puedo decir que las últimas tres vueltas fueron una locura de emociones, sobre todo pensando en la alegría que se iban a llevar los míos, todos los que me han ayudado a llegar hasta aquí”.

Y, claro, sí, cómo no, todo triunfo, toda proeza, tiene su momento de duda. “¡Uf!, a falta de tres vueltas, me quité el protector de la visera del casco y no podía despegármelo de la mano, tampoco podía agarrar el manillar. ¡Uf!, que momento, en serio. Y, luego, en la curva 10, me llevé un susto de cuidado. Pero, bueno, siempre dicen que lo que más cuesta es rematar un gran triunfo y, sí, yo puedo decir que así es, pero lo que sigue, insisto, la felicidad de los tuyos, es tremenda”.

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