Hasta hace bien poco, el balón parado era una herramienta inútil para un Real Zaragoza incapaz de sacar partido de la estrategia. La inoperancia ofensiva del conjunto aragonés alcanzaba también a una faceta clave en la categoría y en la que, lejos de destacar, era una calamidad. Ni un solo gol a favor y varios en contra a través del balón parado redujeron todavía más el caudal ofensivo de un Zaragoza que apenas acumuló media docena de goles marcados en las doce primeras jornadas, la mayor parte de ellos, a través de fallos del rival.
Sin embargo, también eso ha cambiado en las últimas fechas. La llegada al banquillo de Rubén Sellés ha mejorado al equipo en una disciplina que ahora ya renta. De hecho, ha sido determinante para sumar sendas victorias en los dos últimos encuentros.
La transformación empezó en Eibar, donde el Zaragoza al fin consiguió sacar partido del balón parado. Una falta lateral botada por Guti desde la parte izquierda del ataque blanquillo acabó con el balón en el brazo izquierdo de Cubero antes de que llegara a la cabeza de Kodro. La infracción, que debió haber supuesto la segunda amarilla al defensa eibarrés, supuso el penalti que Soberón convertiría en el empate poco después de que Peru hubiese adelantado a los locales. El tanto, clave por el momento y en el devenir de la contienda, rehizo a un Zaragoza que, con uno menos en el campo, acabaría remontando para certificar su resurrección.
La confirmación de la recuperación del balón parado como arma llegó el pasado domingo, cuando Toni Moya lanzó un misil tierra-aire que se coló sin remisión en la portería defendida por Soriano.
El tanto, además, acababa con un eterno periodo sin goles de falta en casa. Y es que el último había llegado el 11 de febrero de 2018, cuando Oliver Buff mandó a la red un golpe franco que ponía el definitivo 2-0 en el marcador ante el Lugo en La Romareda. Cerca de seis años después, el Zaragoza volvió a explotar esa faceta del juego ante su gente, si bien esta vez fue en el Ibercaja Estadio.
La mejoría en la parcela ofensiva es notoria, si bien también en defensa se percibe cierta progresión, aunque seguramente menor. Los desajustes, como el que provocó el tanto de Peru en Eibar al rematar totalmente solo un saque de esquina, continúan castigando al equipo y Sellés es consciente del amplio margen de mejora: «Todavía podemos seguir mejorando muchas cosas, como en la defensa de las acciones a balón parado y el balón parado ofensivo, y en el juego. Hemos tenido algún desajuste en la presión alta. Nos falta mucho por hacer», admitió el técnico al término del encuentro frente al Leganés.
En este sentido, el Zaragoza continúa dando pasos . La estrategia, al igual que el lanzamiento lejano, eran herramientas absolutamente inofensivas hace unas semanas, pero ahora, una vez rebasado el primer mes de Sellés en el banquillo, el equipo ha aprendido a hacer daño también a través de un uso muy mejorado de ambas herramientas. El golazo de Aguirregabiria al Huesca, el penalti en Eibar o el magistral lanzamiento de falta de Toni Moya contra el Leganés advierten que el Zaragoza sigue ampliando el catálogo de registros para escapar de la quema y rescatar la identidad. Y, con ella, la fe y la esperanza.
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